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Esta vez no con un nuevo hit, sino con una decisión que desafía las lógicas tradicionales del negocio musical: Bad Bunny no incluirá a Estados Unidos en su gira mundial de 2025-2026. En cambio, su prioridad es otra: Puerto Rico, su tierra, su raíz, su todo. “No soy Taylor Swift”, dijo con firmeza el artista en una reciente entrevista con Variety, dejando claro que su camino no es el de las comparaciones, sino el de la autenticidad.
La declaración llega acompañada de un anuncio que emociona tanto como sorprende: el inicio de una residencia de 30 noches en el Coliseo de Puerto Rico, bajo el nombre “No Me Quiero Ir de Aquí”. Las funciones comenzarán el 11 de julio y se extenderán hasta el 14 de septiembre, en presentaciones de fin de semana que prometen convertirse en un fenómeno cultural sin precedentes.
“Antes de la residencia, mi fantasía durante mucho tiempo fue hacer un concierto masivo y gratuito en Puerto Rico, solo para locales, y si fuera por mí, todos los conciertos para los locales serían gratis”, confesó Benito Antonio Martínez Ocasio, nombre real del cantante. Aunque no pudo hacerlo del todo gratuito, las primeras nueve fechas estarán exclusivamente dedicadas a residentes puertorriqueños, quienes debieron presentar prueba de domicilio para adquirir sus entradas.
En menos de ocho horas se vendieron más de 80 mil entradas, generando una recaudación superior a 11 millones de dólares, según cifras compartidas por la producción. Sin embargo, para el artista, el éxito no se mide en números. Esta residencia es, según sus propias palabras, “una celebración cultural, un acto de resistencia y una forma de devolverle a la isla todo lo que le ha dado”.
Su nuevo álbum, Debí Tirar Más Fotos, será el eje temático de los conciertos. La obra ha sido descrita por el propio Bad Bunny como “una cápsula del tiempo cultural”, un tributo sonoro a sus raíces, donde fusiona géneros como la plena, el jíbaro, la salsa y el reguetón. “Este disco llegó porque tenía que llegar. Es como un estornudo. Empezó con una línea, luego otra, y me di cuenta de cuánto extrañaba mi hogar”, reveló.
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La experiencia que el artista ha diseñado para esta residencia va mucho más allá del espectáculo. Cada asistente recibirá mapas turísticos y podrá disfrutar de gastronomía típica en los alrededores del coliseo, desde bacalaítos hasta empanadillas. Además, más de mil trabajadores locales han sido contratados para levantar esta producción monumental. “Queremos que la experiencia sea realmente puertorriqueña, con honestidad y orgullo”, señaló el artista.
Bad Bunny también reconoció que ha tenido que reducir la duración habitual de sus conciertos, conocidos por superar las tres horas, para poder sostener la intensidad de la residencia. “El escenario es donde soy más feliz y más presente. Probablemente seguiré haciendo esto hasta que sea un viejo”, afirmó.
Su decisión de no presentarse en Estados Unidos durante esta gira no es un gesto improvisado. “Es innecesario”, explicó, argumentando que sus fans en ese país ya han tenido suficientes oportunidades para verlo en los últimos seis años. En tiempos donde muchos artistas latinos priorizan el mercado anglosajón, él prefiere enfocarse en Europa y América Latina, con un cierre previsto en Bélgica en julio de 2026.
Pero la declaración más potente la hizo al hablar del dilema entre la fama global y el arraigo. “Puerto Rico no siempre es el paraíso. Pero también es un lugar que te exige resistencia para decir: ‘No me quiero ir, y nadie puede obligarme’. Esa frase nace del orgullo, el dolor y el amor”, concluyó.
Con esta apuesta, Bad Bunny no solo reafirma su posición como uno de los artistas más influyentes del mundo, sino que redefine lo que significa ser un ídolo: no es quien llena estadios por todo el planeta, sino quien elige quedarse donde su corazón nunca se fue.